Muchos geógrafos de la Antigüedad clásica nos narran la existencia entre los celtas insulares de islas consagradas a dioses y héroes: Entre ellas se encontraba Anglesey (Mon), en la costa septentrional galesa, que era la isla sagrada de los druidas de Britania, las islas Scilly, donde se han encontrado restos arqueológicos de templos protohistóricos o algunas de las Islas Hébridas, que según la tradición gaélica eran hogar de demonios y fantasmas y en una de ellas, Skye, fue educado el héroe Cúchulainn por la guerrera Scathach.
Las antiguas creencias de los galos al respecto aparecen
recogidas por el historiador bizantino Procopio de Cesarea, que en el siglo VI
narraba cómo en aquellos tiempos aún se creía que la tierra de la muerte se
situaba al oeste de la isla de Gran Bretaña. Según los mitos galos, las almas
una vez que habían abandonado su cuerpo se dirigían a la costa noroccidental de
la Galia y allí embarcaban hacia la antigua Britania. Cuando querían cruzar el
mar ánimas se dirigían a las casas de los marineros, en cuyas puertas picaban
insistente y desesperadamente. Los marinos abandonaban entonces sus casas y
llevaban a los muertos a su destino en unas naves fantasmagóricas.
Todavía hoy existen residuos de tales creencias en las
tradiciones bretona e irlandesa. En la mitología de Bretaña, se da el nombre
Bag An Noz (barca de noche) a las embarcaciones que se encargan de llevar las
almas de los difuntos a su destino, y Anatole le Braz, en su libro La legènde
de la mort, narra la existencia de procesiones de ánimas que se dirigen a
puntos costeros de Bretaña como Landernau para desde allí iniciar su último
tránsito.
En la costa septentrional de Galicia se sitúa el municipio
de San Andrés de Teixido, donde existe una pequeña ermita consagrada a San
Andrés y en la cual se conservan, según la leyenda, parte de sus huesos. Este
santo estaba muy apesadumbrado por el hecho de que su tumba se encontrase en
los confines de la tierra. Jesús le consoló entonces diciéndole: "No te
preocupes, que tendrá que ir a visitarte todo el mundo, ya en vida, ya en
muerte". Y efectivamente, aún hoy se dice "A San Andrés de Teixido
vai de morto o que non foi de vivo", pues se piensa que los que no
peregrinaron en vida lo tendrán que hacer tras la muerte en forma de serpiente
o de lagartija, y por ello los peregrinos que se aproximan a la ermita tienen
mucho cuidado en no pisar a ninguno de estos animales. Curiosamente, San Andrés
de Teixido se sitúa en el Cabo Ortegal, un cabo donde según Tácito
"cielos, mares y tierra se acaban", es decir, se trataba de el fin
del mundo. Esto ha hecho suponer a autores como Constantino Cabal que para los
habitantes prerromanos del NO de la Península este lugar fuese junto con el
Pico Sacro uno de los dos puntos de partida de las almas hacia las islas del
Paraíso, y en este sentido la tradición maragata nos habla de la existencia una
Peña de las Ánimas (identificada con San Andrés de Teixido) situada en el Mar
de la Muerte, que es aquél que baña la costa septentrional de Galicia.
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