El monumento megalítico de Stonehenge, fue una especie de
santuario para los antiguos Druidas. Los habitantes de las islas británicas
acudían a ese monumento que data de entre los años 2500 y 2000 antes de Cristo,
para curarse de sus males. Las tumbas próximas a ese monumento, formado por
varios círculos concéntricos de piedras de gran tamaño, indicaban que las
personas en cuestión estaban enfermas.
Muchos de los enterrados allí no eran habitantes de las
localidades vecinas sino que habían llegado de Gales, Irlanda e incluso de la
Europa continental. Así, en una tumba descubierta en 2002 a unos cinco
kilómetros de distancia de Stonehenge se identificaron los restos de un
individuo que parecía proceder de los Alpes suizos y recibió de sus descubridores
el nombre del arquero de Amesbury.
Los druidas eran los sacerdotes de los celtas aunque su
papel no se limitaba a la religión sino que abarcaba otras funciones
relacionadas con la astronomía, la medicina e incluso la magia. Varios autores
romanos como Plinio el Viejo y Julio César se refirieron a ellos y alguno de
ellos señala que iban vestidos de blanco.
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